Esta noche (por no decir madrugada) se jugaron las semifinales del Mundial sub 20. La primera enfrentaba a Francia y Portugal y la segunda a México y Brasil. En el primer partido, vimos como Portugal se adelantó bastante pronto con un gol a la salida de un córner y sentenció el partido en un penalti inecesariamente provocado por Koulibaly. Y digo sentenció porque en el minuto 40, con un 0-2 en el marcador, la todavía imbatida Portugal difícilmente iba a encajar dos goles. No los encajó. Con oficio, orden y una sólida defensa (y una espesa y atascada Francia que también ayudó) los portugueses consiguieron el pase a la final. Pese a no tener buena fama y ser tildados de practicar un fútbol defensivo, ejecutan su plan a la perfección y son un equipo incómodo, difícil de batir. Son unos buenos finalistas para este Mundial sub 20.
En cambio, el partido de la jornada fue el Brasil-México. Nada de Supercopas de España, tánganas o estúpidos calentones. También totalmente distinto al partido de Portugal. Fue el mejor partido del Mundial sub 20, incluso mejor que el España-Brasil, con ritmo, intensidad e igualdad prácticamente durante todo el partido. México plantó cara a la todopoderosa selección brasileña, que fue incapaz de marcar hasta el minuto 80. Luego, a la contra, con la velocidad característica de esta selección brasileña sub 20, sentenciaron el partido. Los mexicanos demostraron muchas de las virtudes con las que eliminaron a Colombia y pusieron en apuros a una selección brasileña que acabó plasmando su superioridad en el marcador.
Pero, más allá de un simple resumen de ambos partidos, lo distinto son las sensaciones que transmiten ambos conjuntos. Sobre todo, la selección brasileña, finalista por segunda ocasión consecutiva. Han superado dos partidos complicadísimos con nota y, además, hoy dieron todo un espectáculo. No sólo rindieron los jugadores a nivel individual, sobre todo en la segunda mitad, sino que brilló en el juego colectivo: la coordinación entre las subidas de Danilo por la banda derecha y los movimientos de Casemiro, la pausa de Oscar buscando algún compañero que esté desmarcado, el desequilibrio de Coutinho al encarar a sus rivales, la coordinación entre Fernando y Casemiro, midiendo las incorporaciones en ataque con uno de los dos siempre más retrasado para intentar evitar que el equipo se parta, y un largo etcétera. Cuando hay jugadores tan buenos, sobre todo técnicamente, que son capaces de coordinarse y trabajar por el bien de un grupo, el nivel colectivo de un equipo aumenta. Y éste es el caso de esta selección brasileña sub 20, que contrasta con la apática selección finalista de 2009, que llegó lejos por los arreones de calidad de sus jugadores de ataque.
Además, Brasil es un equipo muy interesante a nivel individual. Tienen a jugadores de una gran calidad técnica como Oscar o Coutinho, especialistas en el último pase y bastante desequilibrantes. Tienen a dos laterales que han rendido a un buen nivel como Danilo o Gabriel Silva y hoy hemos visto cómo el hoy lateral derecho (Danilo) le ha dado un penúltimo pase espléndido a Dudú en el segundo gol. Están los sobrios y correctísimos Fernando y Juan Jesús, que han rendido a un muy buen nivel hoy, distribuyendo bien el balón el primero y cortando jugadas de México el segundo. Luego están Henrique y Willian arriba, dos jugadores con pegada y buenos también técnicamente. Y, por si el partido se atasca, Dudú y Negueba tienen un rol fundamental para revolucionar los partidos de Brasil, aprovechando su chispa y velocidad para hacer estragos en las fatigadas defensas rivales.
Brasil tiene un número de recursos que parece prácticamente ilimitado para hacer daño a cualquier, incluso la sólida Portugal. Su estado de forma es cada día mejor y llegan a la final tras jugar su mejor partido. Pero no lo tendrán fácil, aunque son los favoritos en la final lusófona. Tienen un duro rival delante y no pueden relajarse. Pero está claro que, gane o no Brasil, tiene una generación muy buena y útil de cara al futuro.
En cambio, el partido de la jornada fue el Brasil-México. Nada de Supercopas de España, tánganas o estúpidos calentones. También totalmente distinto al partido de Portugal. Fue el mejor partido del Mundial sub 20, incluso mejor que el España-Brasil, con ritmo, intensidad e igualdad prácticamente durante todo el partido. México plantó cara a la todopoderosa selección brasileña, que fue incapaz de marcar hasta el minuto 80. Luego, a la contra, con la velocidad característica de esta selección brasileña sub 20, sentenciaron el partido. Los mexicanos demostraron muchas de las virtudes con las que eliminaron a Colombia y pusieron en apuros a una selección brasileña que acabó plasmando su superioridad en el marcador.
Pero, más allá de un simple resumen de ambos partidos, lo distinto son las sensaciones que transmiten ambos conjuntos. Sobre todo, la selección brasileña, finalista por segunda ocasión consecutiva. Han superado dos partidos complicadísimos con nota y, además, hoy dieron todo un espectáculo. No sólo rindieron los jugadores a nivel individual, sobre todo en la segunda mitad, sino que brilló en el juego colectivo: la coordinación entre las subidas de Danilo por la banda derecha y los movimientos de Casemiro, la pausa de Oscar buscando algún compañero que esté desmarcado, el desequilibrio de Coutinho al encarar a sus rivales, la coordinación entre Fernando y Casemiro, midiendo las incorporaciones en ataque con uno de los dos siempre más retrasado para intentar evitar que el equipo se parta, y un largo etcétera. Cuando hay jugadores tan buenos, sobre todo técnicamente, que son capaces de coordinarse y trabajar por el bien de un grupo, el nivel colectivo de un equipo aumenta. Y éste es el caso de esta selección brasileña sub 20, que contrasta con la apática selección finalista de 2009, que llegó lejos por los arreones de calidad de sus jugadores de ataque.
Además, Brasil es un equipo muy interesante a nivel individual. Tienen a jugadores de una gran calidad técnica como Oscar o Coutinho, especialistas en el último pase y bastante desequilibrantes. Tienen a dos laterales que han rendido a un buen nivel como Danilo o Gabriel Silva y hoy hemos visto cómo el hoy lateral derecho (Danilo) le ha dado un penúltimo pase espléndido a Dudú en el segundo gol. Están los sobrios y correctísimos Fernando y Juan Jesús, que han rendido a un muy buen nivel hoy, distribuyendo bien el balón el primero y cortando jugadas de México el segundo. Luego están Henrique y Willian arriba, dos jugadores con pegada y buenos también técnicamente. Y, por si el partido se atasca, Dudú y Negueba tienen un rol fundamental para revolucionar los partidos de Brasil, aprovechando su chispa y velocidad para hacer estragos en las fatigadas defensas rivales.
Brasil tiene un número de recursos que parece prácticamente ilimitado para hacer daño a cualquier, incluso la sólida Portugal. Su estado de forma es cada día mejor y llegan a la final tras jugar su mejor partido. Pero no lo tendrán fácil, aunque son los favoritos en la final lusófona. Tienen un duro rival delante y no pueden relajarse. Pero está claro que, gane o no Brasil, tiene una generación muy buena y útil de cara al futuro.
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