Cada temporada acaba con el contraste entre la alegría del campeón y el drama de los equipos que sufren en sus carnes el descenso. Son dos imágenes completamente antagónicas y la intensidad de la segunda suele ser mayor por todo lo que significa dejar de competir ante los mejores equipos del país, que tu ciudad (o barrio) desaparezca del mapa durante los próximos 12 meses, el éxodo de los mejores futbolistas, la menor cantidad de ingresos y la dificultad que supone el regreso a la máxima categoría, entre otras cosas. Nosotros somos un equipo que históricamente ha vivido muchos más éxitos que fracasos y por esta razón las decepciones suelen ser mucho mayores, y también más difíciles de encajar. Por eso nos escoció especialmente el descenso que vivimos en 2011, algo indigno para el MTK Budapest.
Mi equipo ya era uno de los mejores de nuestro país pocos años después de que el fútbol se consolidara en Hungría. Este club, estrechamente relacionado con la comunidad judía de Budapest desde su fundación, ganó 13 ligas antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Ya entonces el Ferencváros era nuestro máximo rival, con varias ligas también, aunque en los años 30 nos sorprendió el Újpest ganando cuatro títulos ligueros en cinco años en esa década.
Con la llegada del comunismo a Hungría nos convertimos en el club de la policía secreta y sufrimos algunos cambios de nombre para finalmente recuperar el de toda la vida. Además, aportamos seis futbolistas a la selección húngara subcampeona del mundo en 1954, ese maravilloso equipo que revolucionó el mundo del fútbol. Aunque también hay que decir que gran parte de la selección estaba formada por futbolistas del Budapest Honved, el dominador del fútbol húngaro en esa época.
Sin embargo, a partir de la década de los 60 fue el Ferencváros quien empezó a mandar en Hungría. Entre 1958 y 1987 apenas ganamos una Copa mientras los otros equipos de Budapest (Újpest, Ferencváros y Vasas) se hinchaban a ganar títulos delante de nuestras narices. Fueron años duros, porque intentábamos presumir de la cantidad de títulos ganados, pero los aficionados más jóvenes ya no los recordaban. Cada año que pasaba sin ganar un título esa losa pesaba más sobre los jugadores y la afición. Además, apenas nos llegaba para acabar en una de las otras dos posiciones de medalla de vez en cuando.
Por esta razón la liga ganada en 1987 fue una liberación para todo el MTK Budapest. Fue un triunfo aislado, sin continuidad, pero nos quitamos una espina de encima. 29 años eran muchos sin alzar una liga. Y más habiendo ganado anteriormente otras 18.
Tardamos otros 10 años en alzar un título. Pero entonces ganamos dos al mismo tiempo: en 1997 logramos el doblete, que nos permitió olvidar todos los fantasmas del pasado de una vez por todas. Lo hicimos tras juntar una buena generación de futbolistas en la que destacaba gente como Gábor Halmai, Béla Illés, László Farkasházy, Krisztián Kenesei o Gábor Babos, todos ellos internacionales con la selección, la mayoría disputaron muchísimos partidos con nosotros.
Repetimos los títulos de Copa en los años 1998 y 2000 y volvimos a ganar la liga en 1999. El MTK volvía a competir en la primera línea del fútbol húngaro y lo hacíamos con orgullo. Además, ganamos la liga con 19 puntos de ventaja respecto al segundo clasificado, una distancia que reflejaba nuestra superioridad. A varios de los futbolistas nombrados anteriormente se les sumaron Péter Czvitkovics y otros futbolistas cuya carrera no ha sido la que se esperaba entonces como Péter Kincses, Péter Vörös o Tamás Szamosi.
Desde entonces hemos ganado otras dos ligas, en 2003 y 2008. Del primero de los dos títulos os sonará el nombre de Juhász, actualmente en el Anderlecht, y del título de 2008 un defensor que se llama Adám Pintér, ahora en el Zaragoza. Ambas estuvieron bastante más ajustadas que la de 1999 y no aseguramos el campeonato hasta la última jornada. Con este último título, cerramos nuestro palmarés con 23 ligas. No sabíamos si seguiríamos ganando, pero lo que no esperábamos era descender tres años más tarde.
Si observamos nuestra plantilla con perspectiva, podíamos esperar no hacer una buena temporada. El equipo era extremadamente joven -como demuestra nuestra media de edad de tan solo 21,9 años-, apenas teníamos un par de jugadores que superaban la treintena y la mayoría de nuestros futbolistas carecían de experiencia para responder en los momentos de gran presión. Cuando la situación se complicó y empezamos a temer por el descenso, la historia del club y nuestra camiseta pesó demasiado para un equipo tan joven... y lo hizo negativamente. Una lástima, porque la generación de futbolistas tenía bastante calidad.
Afortunadamente sólo pasamos una temporada en Segunda. Con el mismo bloque de jóvenes futbolistas que descendió conseguimos volver a la élite con relativa comodidad, sacándole bastante ventaja a los demás equipos. Además, también demostramos que éramos capaces de competir contra otros equipos de Primera al llegar a la final de Copa, que perdimos en la tanda de penaltis ante Debreceni, campeón de Primera. Gracias al título liguero de Debreceni hemos podido jugar la Europa League esta temporada, experiencia de la que esperamos haber aprendido alguna cosa.
De lo que estoy seguro que hemos aprendido algo positivo fue del descenso de 2011. Este mercado de verano estamos construyendo una plantilla con futbolistas de mayor experiencia para mezclarlos con nuestros jóvenes talentos, algo más curtidos que un par de temporadas atrás. Ahora tocará demostrar que lo acontecido en 2011 fue un mero accidente. No deberíamos competir aún por títulos, pero tampoco sufrir por el descenso. Poco a poco tenemos que ir creciendo para recordarles a los otros clubes quién es el MTK Budapest, el segundo equipo con más ligas en Hungría.
Esto último sigue pesando tanto a nivel deportivo como social. Ya no somos el gigante que llegamos a ser en su momento y nos cuesta aceptar nuestra nueva realidad, que está siendo especialmente dura para nosotros. Generalmente es mucho más fácil asimilar lo bueno cuando llega y adaptarse a una realidad mucho más positiva cuando vienes de la nada; pero luego, cuando se pasa de lo bueno a lo malo en un abrir y cerrar de ojos, esto es más complicado. Aquí estamos pasando por lo segundo y cada año que no competimos por ganar un título la imagen de las 23 ligas aparece en la mente de cada aficionado -e imagino que también de los jugadores, miembros del cuerpo técnico y de la directiva- para recordarnos lo que un día fuimos. Y no es fácil convivir con ello.
Esto último sigue pesando tanto a nivel deportivo como social. Ya no somos el gigante que llegamos a ser en su momento y nos cuesta aceptar nuestra nueva realidad, que está siendo especialmente dura para nosotros. Generalmente es mucho más fácil asimilar lo bueno cuando llega y adaptarse a una realidad mucho más positiva cuando vienes de la nada; pero luego, cuando se pasa de lo bueno a lo malo en un abrir y cerrar de ojos, esto es más complicado. Aquí estamos pasando por lo segundo y cada año que no competimos por ganar un título la imagen de las 23 ligas aparece en la mente de cada aficionado -e imagino que también de los jugadores, miembros del cuerpo técnico y de la directiva- para recordarnos lo que un día fuimos. Y no es fácil convivir con ello.
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