Ya han pasado 11 años desde que hicimos historia en nuestro país. El fútbol de nuestra tierra ha estado dominado tradicionalmente por los tres grandes equipos de la nación, los dos gigantes capitalinos y nuestro equipo vecino. Más que tradicionalmente, perpetuamente. Únicamente se rompió dicha hegemonía en 1946 antes de que nosotros ganáramos la liga en 2001. Ese año la pantera ajedrezada se comió a águilas, leones y dragones.
Aunque generalmente hemos sido un equipo habitual en la primera división de Portugal - 50 temporadas en Primera para ser los octavos de la clasificación histórica- también éramos el prototipo de la clase media de nuestro país. Habíamos tenido alguna aventura europea e incluso alguna noche mágica ante equipos de talla mundial -nunca olvidaré esa noche de UEFA ante el Inter en la que hicimos un gran partido pero que casi no nos vale para pasar de ronda- pero nunca habíamos aspirado a nada serio en Portugal, era una utopía soñar con desbancar a Benfica, Porto y Sporting. Únicamente estuvimos cerca en la temporada 1975-76, cuando acabamos segundos a un par de puntos del Benfica.
Cierto es que notamos una progresión notable durante la década de los 90. Empezamos a superar a alguno de los tres gigantes de vez en cuando y nos consolidamos como el cuarto equipo del país. Ganamos un par de finales de Copa y perdimos otra -caímos goleados ante Benfica, uno de los partidos más duros de la década para nosotros- e incluso fuimos subcampeones de liga 23 años después, esta vez por detrás de nuestros vecinos, el Porto.
El subcampeonato conseguido en 1999 nos dio la posibilidad de disputar la Champions League y visitar varios de los estadios más míticos de Europa. No tuvimos demasiada suerte y recibimos un duro golpe el día de nuestro debut al perder de manera contundente ante el Rosenborg en casa. Poco a poco fuimos mejorando y plantamos cara en el Westfalenstadion y sacamos un meritorio empate de De Kuip. A pesar de ser últimos de nuestro grupo, dimos la cara hasta el final y acabamos con una victoria de mérito ante el Borussia Dortmund, que también cayó eliminado.
Pero no alzamos la gloria hasta 2001, cuando imitamos a Os Belenenses y ganamos la liga contra todo pronóstico. No era cuestión de superar a uno de los tres grandes, sino de superarlos a todos a la vez. Y lo conseguimos, aunque con un único punto de margen a final de temporada. 55 años después, alguien lo volvió a lograr en Portugal. Lo conseguimos nosotros, el Boavista.
Quizás la experiencia previa en Champions había hecho que el equipo madurara y estuviese más preparado para las situaciones de exigencia que vivimos esa temporada. La presión era enorme y la rivalidad entre los dos candidatos crecía día tras día. No obstante, ganamos la liga con una jornada de antelación, celebrando el título en nuestro estadio ante el Desportivo Aves, y nos permitimos caer goleados ante el Porto, subcampeón, en el último partido de liga. Ya no importaba, llevábamos 12 partidos consecutivos sin perder y la liga era nuestra. Y lo era gracias a futbolistas como Ricardo, Erwin Sánchez, Pedro Emanuel, Petit, Silva, Duda, Litos, Rui Bento, etc. Además de buenos nombres en esa época, el trabajo colectivo fue envidiable, como creo que reflejan los pocos goles encajados ese año (22 en total, sólo 3 derrotas). Y eso que Silva fue nuestro máximo goleador con 11 goles, una cifra bastante discreta.
Con el título llegó una segunda oportunidad para jugar la Champions League. Caímos en un grupo complicado. Volvió a tocar el Dortmund, además del Dynamo de Kiev -semifinalista unos pocos años antes- y el gran Liverpool. De hecho, debutamos en Anfield y sacamos un puntito, nuestro único fuera de casa. Luego aseguramos 7 puntos en Porto y pasamos a la segunda fase de grupos. En la siguiente ronda no tuvimos ninguna oportunidad de superar a Manchester United o Bayern München, pero sacamos un empate a cero ante los bávaros que aún recordamos diez años después. Y fuimos mejor que el Nantes, con quien nos peleamos para no ser colistas. En liga superamos una vez más al Porto, pero nos quedamos a cinco puntos de Sporting CP, campeón. Lo nuestro iba en serio y, además, éramos optimistas con un joven futbolista de banda que estaba empezando a disputar sus primeros partidos con nuestra camiseta, José Bosingwa.
No nos clasificamos para la fase de grupos de la Champions al perder ante el Auxerre en la última ronda previa y eso supuso un duro revés para nosotros, aunque Sporting CP nos acompañó al caer también en esa misma ronda. No obstante, decidimos aprovechar nuestra oportunidad en la Copa de la UEFA. Era una competición en la que podíamos cuajar una buena actuación y, aunque nos olvidamos de la liga (acabamos décimos) fuimos avanzando rondas poco a poco: primero cayó el PSG, luego el Hertha Berlin, posteriormente el Málaga hasta plantarnos en las semifinales. El rival era el Celtic. Una eliminatoria que decidió uno de los mitos más grandes que ha jugado en el equipo escocés, uno de los delanteros más temidos en su mejor momento por todo el panorama europeo, Henrik Larsson. Él evitó una final portuguesa de la UEFA en Sevilla. 8 años después la veríamos en Dublín... pero nosotros ni siquiera nos acercamos a ella.
Con ese gol murió el Boavista más glorioso que llegaremos a ver jamás, el único que fue capaz de ganar la liga. Tras haber relativizado las bajas de futbolistas de la talla de Pedro Emanuel y Petit, se marcharon Ricardo, Elpídio Silva, Erwin Sánchez y Bosingwa. Raul Meireles no aguantó demasiado en el equipo sin ellos y poco a poco nos fuimos hundiendo, regresando a una mediocridad que casi no recordábamos tras una década maravillosa. Pero lo peor no llegó aquí. Hubo dos cosas más.
La primera, la Eurocopa de 2004. Eso implicó la construcción de un nuevo estadio, el Estádio do Bessa, totalmente nuevo, inaugurado a finales de 2003. Demasiado dinero para el Boavista, más allá de que el estado portugués ayudara a pagar un 15% de su coste. Y esa deuda la fuimos arrastrando en los años posteriores a nuestros éxitos, facilitando la venta (obligada en algunos casos) de nuestros mejores futbolistas, éramos incapaces de retenerles. La celebración de la Eurocopa en nuestro estadio, que tenía que ser en una celebración, se acabó convirtiendo en una enorme deuda.
Con el título llegó una segunda oportunidad para jugar la Champions League. Caímos en un grupo complicado. Volvió a tocar el Dortmund, además del Dynamo de Kiev -semifinalista unos pocos años antes- y el gran Liverpool. De hecho, debutamos en Anfield y sacamos un puntito, nuestro único fuera de casa. Luego aseguramos 7 puntos en Porto y pasamos a la segunda fase de grupos. En la siguiente ronda no tuvimos ninguna oportunidad de superar a Manchester United o Bayern München, pero sacamos un empate a cero ante los bávaros que aún recordamos diez años después. Y fuimos mejor que el Nantes, con quien nos peleamos para no ser colistas. En liga superamos una vez más al Porto, pero nos quedamos a cinco puntos de Sporting CP, campeón. Lo nuestro iba en serio y, además, éramos optimistas con un joven futbolista de banda que estaba empezando a disputar sus primeros partidos con nuestra camiseta, José Bosingwa.
No nos clasificamos para la fase de grupos de la Champions al perder ante el Auxerre en la última ronda previa y eso supuso un duro revés para nosotros, aunque Sporting CP nos acompañó al caer también en esa misma ronda. No obstante, decidimos aprovechar nuestra oportunidad en la Copa de la UEFA. Era una competición en la que podíamos cuajar una buena actuación y, aunque nos olvidamos de la liga (acabamos décimos) fuimos avanzando rondas poco a poco: primero cayó el PSG, luego el Hertha Berlin, posteriormente el Málaga hasta plantarnos en las semifinales. El rival era el Celtic. Una eliminatoria que decidió uno de los mitos más grandes que ha jugado en el equipo escocés, uno de los delanteros más temidos en su mejor momento por todo el panorama europeo, Henrik Larsson. Él evitó una final portuguesa de la UEFA en Sevilla. 8 años después la veríamos en Dublín... pero nosotros ni siquiera nos acercamos a ella.
Con ese gol murió el Boavista más glorioso que llegaremos a ver jamás, el único que fue capaz de ganar la liga. Tras haber relativizado las bajas de futbolistas de la talla de Pedro Emanuel y Petit, se marcharon Ricardo, Elpídio Silva, Erwin Sánchez y Bosingwa. Raul Meireles no aguantó demasiado en el equipo sin ellos y poco a poco nos fuimos hundiendo, regresando a una mediocridad que casi no recordábamos tras una década maravillosa. Pero lo peor no llegó aquí. Hubo dos cosas más.
La primera, la Eurocopa de 2004. Eso implicó la construcción de un nuevo estadio, el Estádio do Bessa, totalmente nuevo, inaugurado a finales de 2003. Demasiado dinero para el Boavista, más allá de que el estado portugués ayudara a pagar un 15% de su coste. Y esa deuda la fuimos arrastrando en los años posteriores a nuestros éxitos, facilitando la venta (obligada en algunos casos) de nuestros mejores futbolistas, éramos incapaces de retenerles. La celebración de la Eurocopa en nuestro estadio, que tenía que ser en una celebración, se acabó convirtiendo en una enorme deuda.
La segunda nos hundió definitivamente. Descenso administrativo por supuesta corrupción arbitral en la temporada 2003-04. Porto y Boavista investigados... y sólo descendimos nosotros mientras que el Porto salió prácticamente inmune del caso, sólo con 6 puntos de sanción. El caso se empezó a investigar en 2007, varios años más tarde y nosotros ya disputamos la temporada 2008-09 en Primeira Liga mientras el Porto se proclamaba campeón de liga.
Mientras nuestros vecinos ganaban la liga, el Boavista se hundía. Con el descenso, llegó una profunda depresión y un nuevo descenso, el segundo consecutivo. El club se iba a pique y seguimos igual, intentando levantar una situación que no tiene pinta de poder mejorar. En estos momentos uno se da cuenta de lo difícil que es ascender en Portugal, ya que primero tenemos que ser campeones de nuestro grupo en la tercera división nacional para luego no ser el peor de los tres campeones regionales en una liguilla final que disputan entre ellos. Y de momento no nos hemos acercado a esta última ronda. Nuestra precaria situación económica no ayuda a revertir la situación y confiamos en que aparezca pronto una buena generación de jóvenes futbolistas, alguna cesión, algo de suerte y empujemos un poco por escudo e historia. Estamos en un momento muy delicado y ya son dos temporadas hundidos en la Segunda Divisao, camino de una tercera. Mientras el fútbol portugués está de fiesta con sus tres plazas para la Champions League o la final de Europa League entre Porto y Sporting Braga de 2011, nosotros intentamos salir de nuestro pozo particular.
Hace once años ganamos la liga superando a nuestros vecinos. Hace diez jugábamos en el Olympiastadion, Anfield, y Old Trafford. Hace nueve nos quedamos a un paso de disputar una final europea en Sevilla. Y ya son ocho desde que nuestro estadio acogió a la campeona de Europa, la decepción alemana ante Letonia y un dudoso empate entre Suecia y Dinamarca que eliminó a Italia. Aquí han jugado Ricardo, Meireles, Bosignwa, Erwin Sánchez, Petit, Nuno Gomes y hasta Hasselbaink. Y estamos en la tercera categoría del fútbol portugués. Costará, pero saldremos de ahí. No podemos dejar que nuestra camiseta ajedrezada no represente la historia de nuestro club en el lugar que realmente merece. Aunque el camino de vuelta está siendo duro. Pero si ganamos el título de liga en su día tenemos que creer que podemos lograr cualquier objetivo por difícil que sea.
Una pena que un equipo como el Boavista esté tan abajo, pero ésta es la realidad del fútbol presente. Equipos que se ven incapaces de pagar y que van sufriendo poco a poco hasta que la mayoria de las veces tienen que desaparecer.
ResponderEliminarOjalá ése no sea el destino del Boavista y lo podemos ver pronto en Liga Sagres. Otro equipo que dan muchas ganas de cogerlo en Football Manager, jajaja.
muy entretenida y amena tu narración de toda esta interesante historia y ahora si se quién es Henrik Larsson porque si lo vi jugar, fue un jugadorazo!
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