Nuestra historia siempre ha sido la de un club totalmente normal. Básicamente, porque la mayoría de equipos de fútbol jamás llegan a ganar títulos en la élite. Muchos, de hecho, nunca llegan a ella. Nosotros sí que lo hicimos en distintas ocasiones ya que jugamos en la máxima categoría húngara durante mucho tiempo, pero nunca alzamos título alguno. Ni competíamos por ganarlos, no nos acercábamos a ellos. Hasta que llegó el año 2002.
Ese año el Zalaegerszegi TE ganó la liga. Y lo hicimos de manera totalmente sorpresiva tras quedarnos cerca del descenso la temporada anterior. Ése era nuestro lugar habitual, la parte medio-baja de la clasificación. Pero de repente cuajamos una temporada magnífica, ya desde el principio con cuatro victorias consecutivas. Eran muchos triunfos para un equipo de nuestro nivel, cuya confianza se reforzó desde el inicio. Ésta tampoco decreció cuando encadenamos una racha de cuatro derrotas consecutivas a finales de agosto e inicios de septiembre.
Reaccionamos con otras cuatro victorias consecutivas y luego empezamos a sumar y sumar, tropezando de vez en cuando, pero sin dejar de sumar. Perdíamos pocos partidos y encadenamos varias rachas de siete u ocho partidos sin perder. Así llegamos a estar a tres puntos del líder, el MTK Budapest, a falta de cinco jornadas para el final de liga. Estábamos cerca, con opciones, y nos veíamos capaces de hacer cualquier cosa.
Ganamos los tres primeros partidos, incluyendo el duelo directo ante el MTK en Budapest. Y llegaba el partido decisivo en la penúltima jornada, ante un Ferencváros que llegaba en un gran momento de forma, pero no mejor que el nuestro. Si ganábamos o empatábamos, seríamos campeones. Pero si perdíamos se nos escaparía la única oportunidad de nuestra historia para alzar el título de liga.
Ambos éramos conscientes de que sólo valía ganar, especialmente Ferencváros. Pero fuimos nosotros quienes creamos más ocasiones de gol en la primera mitad, poniendo en apuros al portero rival. Llegábamos más, pero no definíamos bien. Y golpeó primero Ferencváros en la segunda mitad, en una jugada a balón parado en la que el balón quedó muerto en el área para que Gábor Gyepes lo empujara, desde el suelo, dentro de nuestra portería.
Pero teníamos que seguir creyendo. Sólo podíamos atacar para empatar el partido o se nos escaparía una liga irrepetible. Se congeló el tiempo cuando, una vez superado nuestro portero, uno de nuestros defensas sacó el 0-2 bajo palos; aún seguíamos vivos. Poco después, en una genial jugada colectiva, Radu Sabo empató el partido. Volvíamos a ser virtualmente campeones.
Tras el gol del empate, dominamos el partido de nuevo y tuvimos un penalti para sentenciar la liga. Pero el portero del Ferencváros lo paró, renovando así las aspiraciones de su equipo. Pero ya no quedaba mucho tiempo y el partido acabó con ese mismo marcador, 1-1. Era un día alegre para la ciudad de Zalaegerszeg, porque su equipo de fútbol se había proclamado por primera vez campeón de Hungría.
Os he hablado de cómo fue la lucha por el título, pero apenas de los jugadores que formaban nuestra plantilla. Además del héroe Radu Sabo, teníamos a varios futbolistas internacionales. Uno de ellos era Balázs Molnár, que había jugado anteriormente en España (Espanyol y Elche) y volvió precisamente a casa la temporada en la que ganamos la liga. Otros de los fichajes más destcados ese verano previo al título fueron nuestros dos delanteros: Krisztián Kenesei y Gábor Egressy. Entre ambos anotaron 37 goles, empujándonos hacia la liga.
También llegaron ese verano Flórián Urbán y Darko Ljubojevic, futbolistas algo más veteranos y con experiencia en ligas de mayor nivel, Bélgica y España respectivamente. Ellos aportaron serenidad en los momentos difíciles y, especialmente Urbán, fueron jugadores importantes dentro del vestuario pese a ser nuevos en el club. Otro de los líderes del equipo era Gergely Kocsárdi, que ha jugado más de 450 partidos con nuestra camiseta. Y este número seguirá creciendo, porque Kocsárdi aún sigue con nosotros.
Después del título vino el premio de la Champions. Superamos al campeón croata, el NK Zagreb, que también venía de conseguir su primera liga. Y luego llegó el Manchester United de Sir Alex Ferguson, al que derrotamos en Hungría por 1-0 con un gol en el descuento. Les sorprendimos y les obligamos a remontar en Old Trafford, donde nos ganaron por 5-0. Pero siempre podremos decir que ganamos al Manchester United de Ferguson y Beckham.
A partir de ese momento, volvimos a la normalidad, a la mediocridad de la media tabla. Ya no competíamos por títulos y no mejoramos nuestro rendimiento de manera sensible hasta el año 2007, en el que fuimos terceros, aunque muy lejos del campeón. Tras esa temporada parecía que nos íbamos a convertir en un equipo que podía jugar en Europa de manera más o menos regular, pese a no competir por títulos.
Sólo estuvimos cerca del segundo título de nuestra historia en el año 2010, cuando jugamos la final de Copa. Perdimos por 3-2 ante el Debreceni y ni Rudnevs -que marcó 20 goles esa temporada y que unos meses después se haría famoso al marcarle tres goles a la Juventus en Turín- pudo evitar la derrota.
Dos años más tarde, doce meses más tarde que el MTK Budapest, descendíamos. Era algo inesperado para nosotros, pese a estar habituados históricamente a luchar por la permanencia, pero había que tener en cuenta que veníamos de ser cuartos en la temporada anterior. Aunque es evidente que ganando un partido y perdiendo diecinueve un equipo no puede aspirar a salvarse. Justo diez años después del título, vino el descenso.
Ahora tocará seguir los pasos del MTK Budapest para intentar salir del pozo lo más pronto posible. Hemos sufrido varios cambios en nuestra plantilla y se han marchado algunos futbolistas importantes, por lo que no será fácil levantarse después de una temporada tan floja. Pero lo lograremos. Más difícil era ganar la liga de 2002.
Ganamos los tres primeros partidos, incluyendo el duelo directo ante el MTK en Budapest. Y llegaba el partido decisivo en la penúltima jornada, ante un Ferencváros que llegaba en un gran momento de forma, pero no mejor que el nuestro. Si ganábamos o empatábamos, seríamos campeones. Pero si perdíamos se nos escaparía la única oportunidad de nuestra historia para alzar el título de liga.
Ambos éramos conscientes de que sólo valía ganar, especialmente Ferencváros. Pero fuimos nosotros quienes creamos más ocasiones de gol en la primera mitad, poniendo en apuros al portero rival. Llegábamos más, pero no definíamos bien. Y golpeó primero Ferencváros en la segunda mitad, en una jugada a balón parado en la que el balón quedó muerto en el área para que Gábor Gyepes lo empujara, desde el suelo, dentro de nuestra portería.
Pero teníamos que seguir creyendo. Sólo podíamos atacar para empatar el partido o se nos escaparía una liga irrepetible. Se congeló el tiempo cuando, una vez superado nuestro portero, uno de nuestros defensas sacó el 0-2 bajo palos; aún seguíamos vivos. Poco después, en una genial jugada colectiva, Radu Sabo empató el partido. Volvíamos a ser virtualmente campeones.
Tras el gol del empate, dominamos el partido de nuevo y tuvimos un penalti para sentenciar la liga. Pero el portero del Ferencváros lo paró, renovando así las aspiraciones de su equipo. Pero ya no quedaba mucho tiempo y el partido acabó con ese mismo marcador, 1-1. Era un día alegre para la ciudad de Zalaegerszeg, porque su equipo de fútbol se había proclamado por primera vez campeón de Hungría.
Os he hablado de cómo fue la lucha por el título, pero apenas de los jugadores que formaban nuestra plantilla. Además del héroe Radu Sabo, teníamos a varios futbolistas internacionales. Uno de ellos era Balázs Molnár, que había jugado anteriormente en España (Espanyol y Elche) y volvió precisamente a casa la temporada en la que ganamos la liga. Otros de los fichajes más destcados ese verano previo al título fueron nuestros dos delanteros: Krisztián Kenesei y Gábor Egressy. Entre ambos anotaron 37 goles, empujándonos hacia la liga.
También llegaron ese verano Flórián Urbán y Darko Ljubojevic, futbolistas algo más veteranos y con experiencia en ligas de mayor nivel, Bélgica y España respectivamente. Ellos aportaron serenidad en los momentos difíciles y, especialmente Urbán, fueron jugadores importantes dentro del vestuario pese a ser nuevos en el club. Otro de los líderes del equipo era Gergely Kocsárdi, que ha jugado más de 450 partidos con nuestra camiseta. Y este número seguirá creciendo, porque Kocsárdi aún sigue con nosotros.
Después del título vino el premio de la Champions. Superamos al campeón croata, el NK Zagreb, que también venía de conseguir su primera liga. Y luego llegó el Manchester United de Sir Alex Ferguson, al que derrotamos en Hungría por 1-0 con un gol en el descuento. Les sorprendimos y les obligamos a remontar en Old Trafford, donde nos ganaron por 5-0. Pero siempre podremos decir que ganamos al Manchester United de Ferguson y Beckham.
A partir de ese momento, volvimos a la normalidad, a la mediocridad de la media tabla. Ya no competíamos por títulos y no mejoramos nuestro rendimiento de manera sensible hasta el año 2007, en el que fuimos terceros, aunque muy lejos del campeón. Tras esa temporada parecía que nos íbamos a convertir en un equipo que podía jugar en Europa de manera más o menos regular, pese a no competir por títulos.
Sólo estuvimos cerca del segundo título de nuestra historia en el año 2010, cuando jugamos la final de Copa. Perdimos por 3-2 ante el Debreceni y ni Rudnevs -que marcó 20 goles esa temporada y que unos meses después se haría famoso al marcarle tres goles a la Juventus en Turín- pudo evitar la derrota.
Dos años más tarde, doce meses más tarde que el MTK Budapest, descendíamos. Era algo inesperado para nosotros, pese a estar habituados históricamente a luchar por la permanencia, pero había que tener en cuenta que veníamos de ser cuartos en la temporada anterior. Aunque es evidente que ganando un partido y perdiendo diecinueve un equipo no puede aspirar a salvarse. Justo diez años después del título, vino el descenso.
Ahora tocará seguir los pasos del MTK Budapest para intentar salir del pozo lo más pronto posible. Hemos sufrido varios cambios en nuestra plantilla y se han marchado algunos futbolistas importantes, por lo que no será fácil levantarse después de una temporada tan floja. Pero lo lograremos. Más difícil era ganar la liga de 2002.
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