El club de fútbol de mi ciudad ya no existe. Fue un club muy joven, casi tanto como la ciudad donde nacimos y jugamos al fútbol durante 57 años. Porque la ciudad de Dunaújváros fue una ciudad construida en los años 50 por el gobierno comunista con el objetivo de crear, empezando desde cero, una ciudad totalmente industrial que se dedicase a la extracción de hierro y acero. Así apareció nuestra ciudad en medio del Danubio, una ciudad entonces llamada Sztlálinváros, que vendría a ser el equivalente a Stalingrado en el idioma húngaro.
Si la construcción de Dunaújváros (me tomaré la licencia de utilizar el nombre actual de la ciudad) empezó el dos de mayo de 1950, en 1952 ya existía su equipo de fútbol. El nombre, evidentemente, también iba acorde con el que tenía la ciudad en ese momento, por lo que oficialmente nos llamábamos entonces Sztlálinvárosi Vasmu Épitok.
De hecho, la nomenclatura del club fue problemática durante varios años. Lo fue porque iba estrechamente ligada al nombre de la ciudad, cuyo nombre cambió durante la revolución húngara de 1956, pasándose a llamar nuestro club Dunatenpelei. En cambio, tras la intervención del ejército soviético para frenar la revolución, volvimos al nombre original, que apenas duró cuatro años, hasta que Sztálinváros adoptó su nombre actual, el de Dunaújváros, por lo que el equipo de fútbol también varió.
Pero no ganamos la liga siendo el Dunaújváros Sport Egyesület, sino bajo la nomenclatura de Dunaferr Sport Egyesület. Dunaferr es la empresa más grande que se dedica a la industria siderúrgica en esta zona de Hungría, así que la relación es evidente. También era obvio que eso nos garantizaba el apoyo económico por parte de esta empresa.
El título de liga lo ganamos en el año 2000 en una temporada magnífica, poco importaba nuestro nombre oficial entonces. Hasta ese momento no éramos nadie en Hungría. Con nadie me refiero a que prácticamente no éramos ni un equipo de Primera División, porque ascendimos a la máxima categoría húngara en 1998 tras pasar diez años sin jugar en ella. Si bien es cierto que habíamos jugado de vez en cuando en la Nemzeti Bajnokság I, nunca lo llegamos a hacer con demasiada regularidad. Y nuestra mejor posición hasta 1998 era un discreto séptimo lugar logrado en 1978.
En ese sentido fue clave la ayuda de la empresa Dunaferr, mencionada anteriormente, que nos ayudó en los momentos más duros. Sorprendimos a todos en la temporada 98-99, la primera tras el ascenso, alcanzando el quinto puesto. Se podía esperar que eso fuera la excepción, que habíamos empezado bien pero que nos costaría mantenernos a un nivel tan alto. Pero no fue así y la temporada siguiente nos proclamamos campeones.
Y ganamos la liga con una autoridad enorme. De 32 partidos, ganamos 24 y únicamente perdimos uno, el primero de todos ellos. A partir de entonces, 31 partidos consecutivos sin perder -que acabaron siendo 33 contando los primeros partidos de liga de la siguiente temporada- y una distancia de 16 puntos respecto al segundo clasificado, el MTK Budapest, que no pudo soñar con alcanzarnos en ningún momento de la temporada.
Entre los héroes del título, jugadores como el portero Rabóczki, que se acabó ganando primero un traspaso a Salzburgo y posteriormente otro a Copenhague. Otros, como Lászlo Éger o Attila Törköli, acabaron jugando en el extranjero a posteriori, aunque no en equipos de primerísimo nivel. Finalmente, también formó parte del mejor equipo de nuestra historia Gábor Zavadszky, campeón de liga con los dos gigantes húngaros, Ferencváros (1995 y 1996) y MTK Budapest (2003), a lo largo de su carrera.
Nos quedamos a dos puntos del campeón en 2001, fuimos cuartos en 2002 y descendimos en 2003. Así de rápida y grave fue nuestra caída, especialmente dura tras tres años tan buenos. Además, con el descenso Dunaferr se desvinculó del club -por lo tanto, además de perder poderío económico nos vimos obligados a recuperar el nombre anterior de Dunaújváros- y todo fue a peor. Caíamos y caíamos al vacío y nada parecía que nos iba a parar.
Dos empresarios húngaros intentaron reflotar la situación. Andics y Héger únicamente consiguieron evitar que el club cayera más bajo tras el descenso y nos mantuvieron en Segunda en una situación relativamente estable. Pero eso fue únicamente una solución temporal, ya que tampoco pudieron aguantar durante demasiado tiempo el estado crítico del club. Los éxitos del año 2000 y 2001 quedaban ya muy lejos cuando la dirección de la entidad decidió retirarse de la competición en marzo de 2009, procediendo a la desaparición del Dunaújváros.
Así acabó nuestra historia. De una manera totalmente repentina, desaparecimos de la élite, mientras que nuestra extinción ya se veía venir como consecuencia de quedarnos huérfanos de nuestro principal apoyo económico, Dunaferr. Nuestro éxito fue efímero, un instante fugaz dentro de la larga historia del fútbol húngaro. Pero quedará allí marcado nuestro nombre y con el paso de los años espero que los niños se pregunten quién fue ese equipo que ganó la liga y desapareció por completo de la élite poco después. El recuerdo es lo único que nos queda.
Así acabó nuestra historia. De una manera totalmente repentina, desaparecimos de la élite, mientras que nuestra extinción ya se veía venir como consecuencia de quedarnos huérfanos de nuestro principal apoyo económico, Dunaferr. Nuestro éxito fue efímero, un instante fugaz dentro de la larga historia del fútbol húngaro. Pero quedará allí marcado nuestro nombre y con el paso de los años espero que los niños se pregunten quién fue ese equipo que ganó la liga y desapareció por completo de la élite poco después. El recuerdo es lo único que nos queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario