domingo, 26 de febrero de 2012

Retorno a Wembley

Hoy, el Liverpool vuelve a Wembley 17 años después. No juega desde el 2 de abril de 1995 en este mítico estadio, ahora totalmente distinto. Desde entonces, el Liverpool ha jugado varias finales de Copa (y Communitiy Shields), pero todas ellas en el Millenium de Cardiff. Y, por fin hoy llega su oportunidad de regresar al gran templo del fútbol inglés, situado a las afueras de Londres, prácticamente en el mismo lugar pese a ser muy distinto al estadio que había 17 años atrás. Del viejo estadio quedan pocas cosas. Una de ellas es la presencia de las dos torres que presidían el viejo Wembley, utilizadas en la construcción del nuevo estadio.

Los aficionados de Liverpool y de Cardiff podrán recorrer las líneas de metro de Londres, pagando sus billetes de cuatro zonas para poder llegar al escenario del partido del día, un partido distinto de los demás, siempre que vengan del centro de Londres. Recorrerán el mismo camino que pude hacer hace unos meses, aunque fuera sólo para visitarlo por dentro, sin la mística del partido. Los aficionados seguramente sentirán el ambiente de una gran tarde ya en el tren que lleva a Wembley, ese tren que va dando botecitos durante un tramo del largo viaje. Los afortunados que tengan un billete para la final podrán recorrer ese enorme, largo y bonito camino que conecta la estación de Wembley Park con el estadio. Verán como, pese a que parece que está cerca, el camino se les va haciendo más y más largo ante la figura del gigantesco estadio, que espera al público mientras al frente ondea la bandera de Inglaterra, situada detrás de la estatua de Bobby Moore, capitán de la selección inglesa que ganó la Copa del Mundo en 1966.

En Wembley, el guía de mi visita era un aficionado del Liverpool. Del Liverpool y amante del fútbol inglés en general. Sabía atraer la atención de su público y se notaba que disfrutaba de su trabajo. Envidiaba a los pocos que veníamos de Barcelona, uno de los últimos equipos que había ganado en Wembley. Y, al mismo tiempo, era capaz de acordarse de que el Coventry City, localidad donde residía una de las familias que visitó el estadio ese día, le había ganado una final de la FA Cup al Tottenham en la prórroga en el año 1987. Disfrutaba como un niño mientras nos explicaba curiosidades sobre el estadio y únicamente deseaba que su Liverpool, y el de un par de niños de 4 o 5 años de edad, que iban con la camiseta del capitán Gerrard, llegara pronto a jugar una final allí. Él seguro que estará allí hoy, deseando ver a Steven Gerrard levantar la Carling Cup.

Hoy el Liverpool de Kenny Dalglish tiene una magnífica oportunidad para levantar un título. El último trofeo que está en las vitrinas del museo del club es la FA Cup que alzó Rafa Benítez en 2006, ganada ante un competitivo West Ham United. Sin embargo, de ese equipo apenas quedan unos cuantos jugadores como Reina, Carragher o Steven Gerrard, que marcó dos goles ese día. Ya en la final, la oportunidad es demasiado grande como para dejarla escapar después de tantos años, algunos de ellos convulsos, esperando un día como éste.

Ante el Liverpool estará un equipo galés combativo, liderado por la exquisita zurda de Whittingham. El Cardiff es un equipo que lleva trabajando bastante bien en los últimos años, luchando por el ansiado ascenso a la Premier League, conseguido por sus vecinos galeses de Swansea recientemente. En el Cardiff también estará Anthony Gerrard, el primo del capitán red, Robert Earnshaw o Kenny Miller. Ellos querrán emular al Birmingham, que sorprendió en la última final de la Carling Cup ganando contra todo pronóstico al Arsenal. Vienen de la segunda división del fútbol inglés, pero venderán cara su derrota. Sufrieron para eliminar al Crystal Palace en semifinales y, tras perder la final de la FA Cup en 2008, quieren volver a ganar un título de copa 85 años después (FA Cup de 1927).

Sin embargo, hoy, un hombre anónimo con la camiseta del Liverpool estará en la grada. Seguramente lleve una camiseta con el nombre de Gerrard y el dorsal 4 a la espalda. Esa persona habrá ido a Wembley casi a diario durante varios meses, quizá años. Pero ninguna de esas visitas será tan especial como la de hoy, con su equipo jugándose un título. Y, una vez se acabe el partido, con la alegría de la victoria o la amargura de la derrota, esperará que el Liverpool vuelva, como mínimo, una vez más a ese estadio tan especial. Aunque antes tendrá que eliminar al Stoke para poder volver a Wembley en las semifinales de la FA Cup...

sábado, 25 de febrero de 2012

La complicada metamorfosis del Chelsea

Tras la marcha de Ancelotti el pasado verano, Roman Abramovich apostó, de manera ambiciosa, por la contratación de André Villas-Boas, entrenador portugués que hizo brillar al Porto la pasada temporada. Tras su gran temporda en Portugal, Villas-Boas llegó con al intención de imponer un estilo de juego más parecido al de su Porto que al de su Chelsea. Quería que el Cisne Negro se transformara en el Cisne Blanco.

El Chelsea es el equivalente al Cisne Negro. Un equipo al que le gustaba soltarse, dominar los partidos imponiendo un alto ritmo, jugando de manera vertical y directa. Al Chelsea de la etapa más reciente le han interesado partidos abiertos, físicos, que permitan a sus centrocampistas llegar desde la segunda línea, aprovechando todo lo que generaba Drogba arriba. Casi nunca han necesitado un creador de juego como tal, porque con este plan de juego ya les valía para ganar y competir. Sin ser especialmente estético, este fútbol seducía al espectador blue con emoción y victorias.

Sin embargo, Villas-Boas quiere que el Chelsea pasara a interpretar el papel del Cisne Blanco. Su intención era (y sigue siendo) que el Chelsea practicase un fútbol más estético, más atractivo para el espectador mediante el dominio de la posesión de balón. El ideal de Villas-Boas era que el nuevo Chelsea ganara a través del dominio de la posesión. Con esta intención llegaron jugadores como Oriol Romeu o Mata en verano, jugadores válidos para ejecutar su idea y seducir al público de otra manera, ofreciendo y cuidando el balón

Pero si a Natalie Portman le cuesta soltarse para interpretar a la perfección el papel del Cisne Negro, al Chelsea de Villas-Boas le pasa lo contrario. La idiosincrasia de sus futbolistas está demasiado arraigada al estilo de fútbol que representa el Cisne Negro. Este cambio de idea y de estilo necesita un perido de transición suficientemente largo como para que los jugadores asimilen su nuevo papel. Y eso significa que quizá algunos de los que interpretaban tan bien el papel de Cisne Negro no hace tanto tiempo no interpreten tan bien su nuevo papel, necesitando ser sustituidos por savia nueva, como pasa con Beth MacIntyre (papel interpretado por Winona Ryder).

Y ahí surge uno de los grandes problemas de Villas-Boas. El Chelsea es un equipo que falla en la gestión de su posesión. Cuando no interviene Mata, el faro del nuevo proyecto, el equipo se ofusca y se vuelve previsible. Cuando está pegado a la banda interviene bastante menos y el equipo lo nota aún más. Seguramente Oriol Romeu sea el mejor mediocentro para lo que quiere hacer Villas-Boas, pero tampoco está jugando demasiado. Mientras, juegan jugadores como Ramires, Lampard o Meireles, que son jugadores dinámicos, llegadores, pero no están tan capacitados para manejar la posesión como otros jugadores (como Modric, jugador por el cual el Chelsea estuvo muy interesado en verano). Estos jugadores -en especial Lampard- pueden asumir este papel, pero en ningún caso lo harán tan bien como Modric, por poner un ejemplo. Además, actualmente no se le puede exigir a Frank Lampard, a sus 33 años, lo mismo que unas temporadas atrás, por muy bueno que sea.

Es en el desajuste entre las piezas y la función que éstas deben ejercer donde se encuentra uno de los grandes problemas de Villas-Boas. Otro es la defensa, que no es tan sólida como en otras temporadas, concediendo demasiados espacios que están siendo acompañados por errores individuales de bulto. Muchos problemas para un equipo ganador, demasiados.

Sin embargo, los jugadores que más han aportado hasta ahora, los que mejor han rendido, son jugadores jóvenes y nuevos. Son los Mata y Sturridge, principalmente, que han sabido interpretar correctamente su papel. Se les puede exigir más, porque no están al mismo nivel que durante los primeros meses de temporada, pero son uno de los aspectos más positivos de la temporada. Otro es Oriol Romeu, cuya aportación ha sido buena en los partidos que ha jugado.

De momento el Chelsea ha cerrado recientemente las contrataciones de jugadores jóvenes belgas, como Lukaku -que apenas ha gozado de oportunidades esta temporada-, Courtois o Kevin De Bruyne. McEachran, cedido al Swansea, también debería ser importante a medio y largo plazo. Pero falta el jugador clave que ejecute la idea que tiene en mente Villas-Boas. Aunque no sea Modric (el jugador desado por muchos), sin un jugador que sepa darle pausa al juego, gestionar mejor la posesión y dar pases inesperados, Villas-Boas no podrá convertir al Cisne Negro en el estético Cisne Blanco que ansía. Y si, además, consigue que uno de sus bailarines con mayor potencial, Fernando Torres, recupere su confianza, el Chelsea podría hacer grandes cosas la temporada que viene.

Pero, mientras Villas-Boas intenta planificar el futuro del equipo a medio plazo, totalmente presionado por el convulso entorno del club, quizá la mejor opción para sobervivir a corto plazo sea adaptarse al papel tradicional del Cisne Negro, que todavía puede funcionar durante unos meses.

lunes, 20 de febrero de 2012

¡Viva Hollandia!

La vigesimosegunda jornada de la Eredivisie dejó muchas sorpresas, muchísimas. Antes del fin de semana, llamaban la atención tres duelos: las visitas de PSV, AZ Alkmaar y Twente a tres campos complicados como son los de Groningen, Utrecht y Vitesse. Y los dos primeros locales nos sorprendieron positivamente.

El primer partido del día era el Groningen-PSV. Con Hyun-Jun Suk apareciendo en el once titular local por primera vez en la temporada y sin van Dijk en el centro de la zaga, el Groningen hizo uno de sus mejores partidos en toda la temporada. Con el coreano Suk en una banda y Tadić en la otra, el Groningen fue capaz de desquiciar a un PSV que quería proteger el liderato. El equipo de Eindhoven estuvo apático y no creó demasiadas ocasiones en ataque, en parte por la discreta actuación de jugadores clave como Mertens, Toivonen o Wijnaldum, además de sufrir en exceso en defensa, especialmente en los laterales. El partido acabaría con una clara victoria local, por 3-0, con dos golazos de un reivindicativo Hyun-Jun Suk.

Poco después, en Utrecht, el equipo local repitió el mismo resultado. El partido estuvo condicionado por un penalti de Moisander en el primer cuarto de hora de partido. Si fue Suk quien se reivindicó en el partido anterior, en esta ocasión le tocó al sueco Alexander Gerndt. Transformó el penalti que significó el 1-0 y empalmó muy bien un balón suelto en el área para ensanchar el margen a favor. Eran sus primeros goles desde el mes de septiembre. Sin embargo, tampoco está de más citar la pasividad del AZ tras el 2-0 (minuto 21), que acabó totalmente sometido al equipo local, muy superior, facilitando la tarea del siempre irregular Utrecht.

En el tercer partido destacado del domingo, el Vitesse no pudo emular a Groningen y Utrecht y acabó cayendo por un claro 1-4 ante el Twente. Esta victoria del Twente permite al equipo de Steve McClaren acercarse al liderato tras las derrotas de PSV y AZ Alkmaar. Además, hay otros beneficiados por la jornada de ayer como el Ajax, que se vuelve a enganchar a la lucha por los puestos de arriba tras la victoria por 4-1 ante el NEC Nijmegen, el Heerenveen, que está a solo dos puntos de AZ y PSV y el Feyenoord, cuyo empate ante el RKC Waalwijk se convierte en un punto menos de distancia respecto a los líderes de la Eredivisie.

Tras esta 22ª jornada tan impredecible, la Eredivisie está en ebullición. Son seis los equipos (PSV, AZ, Heerenveen, Twente, Feyenoord y Ajax) que están en un estrecho margen de cinco puntos. Y aún quedan 12 jornadas por delante en las que puede pasar de todo. Desde que el Ajax vuelva a remontar de manera espectacular hasta que el Heerenveen gane su primera Eredivisie, que sería su mayor éxito desde el subcampeonato conseguido en la temporada 1999-2000.
EnlaceMientras observamos con atención la evolución del tramo final de temporada sólo nos queda proclamar ¡Viva Hollandia!

domingo, 19 de febrero de 2012

La nueva realidad del Utrecht

La temporda 2010-11 fue muy positiva para el Utrecht. Este equipo holandés había sido una de las revelaciones de la temporada anterior. Acabaron novenos en la Eredivisie con un equipo basado en una clara columna vertebral formada por Vorm en la portería, Strootman en el centro del campo, Duplan y Mertens en las bandas y Ricky Van Wolfswinkel en punta. Era un equipo vistoso y alegre, al que había que ver de vez en cuando. Su irregularidad le penalizó -el equipo se quedó fuera de Europa-, pero dejó grandes partidos como sus dos victorias ante el Ajax de Amsterdam, a la postre campeón de liga.

Sin embargo, el verano fue duro. Vorm se marchó a Inglaterra, al Swansea, donde está completando una grandísima temporada. Ricky Van Wolfswinkel,al Sporting de Portugal, a la capital portuguesa en un equipo que se encuentra en una situación convulsa tras la destitución de Domingos Paciência. Finalmente, los dos mejores jugadores del equipo, Strootman (que en unos 6 meses había pasado de jugar en la segunda división holandesa con el Sparta de Rotterdam a debutar con la selección absoluta) y Mertens ficharon por el PSV Eindhoven, máximo favorito a ganar la Eredivisie esta temporada.

Estas ventas sirvieron para ingresar cerca de 20 millones de euros. A cambio, el dinero recibido se invirtió en tres futbolistas suecos: el mediocentro Martensson, el central Nilsson y el atacante Gerndt, el fichaje más caro del verano y de la historia del Utrecht. Los dos primeros actualmente están lesionados y el tercero ha sido protagonista por sus excentricidades fuera de los terrenos de juego, que estuvieron cerca de manderle a prisión durante varios meses. Además, el Utrecht se ha reforzado con alguna cesión, como la de Rodney Sneijder, la incorporación del japonés Takagi o la presencia de varios canteranos como Kali, Bulthuis o de Kogel.

Evidentemente, el Utrecht ha notado el cambio de nivel entre las altas y las bajas producidas el pasado verano. La temporada está siendo complicada. Son decimocuartos, a tres puntos de la promoción y la aportación de Asaré, Duplan y Mulenga no es suficiente para mantener al equipo más arriba. Además, la defensa no acompaña al equipo de Jan Wouters, que echa de menos la solidez de Strootman y el desequilibrio de Mertens. Las lesiones, tampoco.

Hoy, el Utrecht recibe la visita del AZ Alkmaar, equipo que parece estar saliendo de su bache particular tras encadenar cuatro victorias consecutivas. Sin embargo, en el Utrecht todavía queda esperanza. Sólo han ganado dos partidos oficiales en los últimos cuatro meses, incluyendo el parón. Pero estos dos partidos fueron contra el Ajax de Amsterdam, como también pasó la temporada pasada. ¿Si el Utrecht fue capaz de repetir la hazaña del año pasado, ganándole sus dos partidos al Ajax, por qué no puede repetir el 5-1 con el que cerraron la pasada Eredivisie 2010-11? Aunque sí, ese día Mertens hizo un hat-trick y Van Wolfswinkel marcó los otros dos goles.

martes, 14 de febrero de 2012

La última parada de Jerôme Rothen

Quería escribir algo más sobre la reciente Copa de África, recién acabada. Sin embargo, ya habrá tiempo para ello. Hoy también vuelve la Champions League y pasado mañana la Europa League, pero ya habrá tiempo para estos temas más adelante. Sin embargo, toca un breve paréntesis para el fútbol de primer nivel, tanto europeo como africano. Porque toca volver a la Ligue 2. Y volver para hablar de un mito que está en el tramo final de su carrera futbolística: Jerôme Rothen.

El AS Mónaco, tras una importante inversión en el mercado de invierno con los fichajes de jugadores de cierto nivel como Dirar, Kagelmacher, Barazite o Vladimir Koman, recibía al Bastia, que llegaba como tercer clasificado de la Ligue 2. No está de más recordar que este equipo de la isla de Córcega ascendió la pasada temporada a la segunda división del fútbol francés.
El Bastia, además de tener a algún que otro jugador joven interesante como Wahbi Kharzi, que no pudo jugar ayer, tiene a un jugador que fue muy importante para el equipo monegasco, Jerôme Rothen. Con el dorsal 25, el mismo con el que disputó la final de la Champions en 2004, volvía a la que fue su casa durante un par de temporadas. Se reencontraba con Giuly, capitán del equipo rival.

Sin embargo, a diferencia de Giuly, que sigue jugando pegado a la banda derecha, la posición de Rothen en el terreno de juego ha cambiado en los últimos años. Tras pasar por varios equipos europeos como Rangers o Ankaragücü a sin demasiado éxito, fichó por el Bastia el pasado verano. Y en su nuevo equipo, Frédéric Hantz ha encontrado que el interior zurdo de su equipo es la mejor posición para el ex internacional francés.

Imitando lo que hace Sir Alex Ferguson con Ryan Giggs, Rothen influyó más que nadie en el juego de su equipo en la victoria de su equipo. Ya no tiene la velocidad de antaño, pero su zurda sigue siendo de enorme calidad y extremadamente útil. Además de iniciar todas las jugadas a balón parado - es él quien da la asistencia en la jugada del gol, a la salida de un córner-, fue capaz de controlar el juego a su antojo. Fue capaz de ralentizarlo cuando era necesario pero también de soltar un preciso pase en profundidad o un medido cambio de juego a la banda opuesta. Mide más y mejor sus esfuerzos y apenas llega a la zona de remate, pero sigue siendo determinante.

A sus 34 años, Rothen tiene cuerda para seguir jugando. No mucho, pero le queda cuerda. Tras la victoria de ayer el Bastia se puso líder de la Ligue 2, con un partido más que la mayoría de sus rivales. Al bueno de Jerôme todavía le queda un año de contrato y quizá la próxima temporada sea su última oportunidad para volver a jugar en la Ligue 1. Y como mediocentro, evidentemente.

lunes, 13 de febrero de 2012

El doble llanto de Musonda

Llegaba la Copa de África a su fin, reservándonos un partido espectacular, quizá el mejor del torneo, a modo de cierre. Afrontaban Zambia y Costa de Marfil a su tercera final. Los precedentes decían que nunca antes una selección había perdido tres veces en la final (Zambia había perdido en 1974 y 1994) y que las dos finales anteriores de Costa de Marfil se habían decidido en la tanda de penaltis. Costa de Marfil cerró el torneo sin encajar ningún gol y las otras dos estadísticas anteriores tampoco se rompieron.

Zambia fue mejor en el global del partido. Planteó el partido de manera valiente, pero tampoco suicida. Corrió ciertos riesgos, presionando más arriba que de costumbre aunque fuera de manera posicional y con jugadores llegando desde la segunda línea en ataque. Destacaron especialmente Mayuka, por bajar y descargar hacia sus compañeros casi todo lo que le mandaban, y Sunzu, que cuajó un partido sensacional ante uno de los mejores delanteros del torneo, Didier Drogba. Jugaron bien los demás compañeros, en especial los hermanos Katongo, y el equipo creó varias ocasiones de gol, siendo el equipo que creó más dificultades a la hasta entonces invulnerable Costa de Marfil.

Los marfileños, por su parte, siguieron la línea mostrada en el torneo. Sin embargo, les costó entrar en el partido, quizá superados por las circunstancias. Sus estrellas participaron muy poco, menos de lo previsto, especialmente en el primer tiempo. Ni Gervinho ni Kalou desequilibraban en los extremos y Gosso Gosso, cuando sorprendía por la derecha, fallaba en la ejecución de los centros. No fue hasta la segunda mitad cuando Yayá Touré empezó a tener verdadero peso en el partido, igual que Gervinho.

Sin embargo, el partido estuvo marcado por tres momentos. El primero, en el minuto 12. Lesión de Musonda en una entrada, evitando una clara ocasión de Costa de Marfil. Este veterano jugador zambiano, lateral zurdo durante todo el torneo, estaba posiblemente ante su última (y única) oportunidad de disputar un partido de tanto nivel. A sus 34 años, siendo el teórico suplente del joven Emmanuel Mbola, sancionado por varios meses, no le quedó más remedio que abandonar el terreno de juego. Evidentemente, lo hizo llorando, sollozando, dejándonos una imagen impactante. Las suyas eran lágrimas de rabia, de impotencia, de dolor. Un final demasiado precoz e inesperado para lo que tenía que ser su final.

El segundo momento nos remite ya al minuto 70. Pasaron más cosas, pero ninguna tan trascendente. Chansa cometió un penalti infantil e inecesario sobre Gervinho, que estaba creciendo en la segunda mitad, encarando y desbordando a Nyambe con demasiada facilidad. Era Drogba el lanzador. Enfrente estaba Mweene, quien le ya había parado un penalti a Asamoah Gyan en semifinales. Mientras, Drogba tenía en su mente dos momentos: el penalti fallado ante Guinea Ecuatorial en cuartos de final y el que falló en la tanda de penaltis decisiva ante Egipto, en una final disputada seis años atrás. Y Didier Drogba, que también ha marcado muchos penaltis y goles decisivos en su carrera futbolística, volvió a fallar en un momento clave. Seguía el 0-0 en el marcador y Zambia respiraba algo más tranquila.

El tercer momento anterior a la tanda de penaltis, porque no quiero seleccionar más que tres, ya ocurre en el minuto 87. Zahoui, hasta entonces un seleccionador que había primado el orden táctico y el equilibrió, sustituyó a Yayá Touré, que había crecido en la segunda mitad, para dar entrada a Wilfried Bony. Ante este cambio, dos lecturas. La primera, que no había entrado Doumbia, que apenas había participado en todo el torneo, algo que ya no sorprendía demasiado. La segunda, que Zahoui prefirió quitar a Touré antes que a Tioté, sorprendiendo a propios y extraños. Y sorprendiendo más pensando que posiblemente todavía quedarían treinta minutos más, toda una prórroga.
El cambio aisló a Cheick Tioté en el centro del campo y nos permitió ver a una Costa de Marfil desorganizada, ansiosa, nerviosa y superada por las circunstancias y emociones, algo que no habíamos visto en todo el torneo. Y, pese a tener más delanteros, tampoco creó tantas ocasiones durante los treinta minutos suplementarios.

Tras 120 minutos antológicos, no vimos ningún gol. Pese a ello, pocas veces un empate a cero fue tan entretenido y emocionante. Finalmente, más allá de esos tres momentos destacados, se llegó la tanda de penaltis y casi nadie falló. Tras 14 penaltis impecables, falló Kolo Touré, perdonó Kalaba y volvió a fallar Gervinho. Sunzu marcó el gol decisivo.

Justo después del penalti de Sunzu, las lágrimas de dolor y rabia de Musonda se convirtieron en lágrimas de alegría. Lloraban a la sombra los jugadores de Costa de Marfil. Se lamentaban, hundidos, Didier Drogba, Kolo Touré y Gervinho, pensando que habían tenido el título de campeones de África en sus pies mientras era Chris Katongo quien alzaba el trofeo al cielo, dedicándole el triunfo a la generación zambiana perdida en ese accidente de aviación en 1993, que se produjo pocos kilómetros del estadio de Libreville...

jueves, 9 de febrero de 2012

Pyotr Kachura o el bielorruso que unió Sheffield y Chengdu

Pyotr Kachura fue un jugador bielorruso internacional en 29 ocasiones con su selección que actualmente forma parte del cuerpo técnico del Dinamo de Minsk, equipo en el que se crió y se dio a conocer. Sin embargo, este bielorruso de 39 años tiene una historia curiosa que incluso él mismo quizá desconoce. Una historia inicial que da pie a muchas otras que se entrecruzan.

Su carrera empezó en el Dinamo de Minsk. Debutó a los 17 años, en 1989, pero luego estuvo un año (1993) jugando en uno de los otros equipos de la ciudad, el Dinamo-93. Por aquel entonces jugaban cuatro equipos de Minsk en la Primera División Bielorrusa, competición prácticamente nueva por la desaparición de la URSS un par de años antes. Entonces eran Torpedo Mogilev, Torpedo de Minsk, Dinamo-93 Minsk y el Dinamo de Minsk. De estos equipos actualmente sólo queda uno, el Dinamo de Minsk, que sigue jugando en Primera División junto al nuevo FC Minsk, fundado en 2006.

El Dinamo-93 fue fundado incialmente para ser el segundo equipo del propio Dinamo de Minsk, pero luego se independizó y sufrió varios cambios de nombre. Kachura jugó en ese equipo bajo el nombre de Belarus Minsk y Dinamo-93 en el año 1993. Sin embargo, un buen incio de temporada 93-94 le valió para volver al equipo en el que se formó en invierno, el Dinamo de Minsk, con el que ganó la liga esa temporada. Entonces el Dinamo de Minsk era el mejor equipo de Bielorrusia, reforzado por los seis títulos conseguidos por el equipo capitalino en los primeros siete años posteriores a la desaparición de la URSS.
Además, el Dinamo-93 firmó su mejor actuación en la Primera División Bielorrusa en esa misma temporada (1993-94), consiguiendo el subcampeonato. Kachura fue el máximo goleador de la categoría por primera y única ocasión ese mismo año con 21 tantos.

Sus quince tantos conseguidos en la siguiente temporada le valieron para consolidarse como uno de los delanteros del momento en el fútbol de la Europa del Este. Debutó en 1994 con la selección absoluta con 22 años y en 1995 marcó su primer gol ante Lituania, en un partido amistoso. En 1996 dio el salto a Inglaterra, para fichar por el Sheffield United.

Llegó y aterrizó en un equipo que en ese momento se encontraba en la League One, segunda categoría del fútbol inglés. De hecho, ese año junto al Sheffield estaban equipos como Wolverhampton, Bolton, West Bromwich Albion, Norwich, Queens Park Rangers, Stoke City o Manchester City, todos ellos actualmente en la Premier League. De hecho, otros como el Wigan, Fulham o Swansea estaban en cuarta división.

Volvamos a Pyotr Kachura, o, como se hizo llamar en Inglaterra, Peter Kachura. En su primera temporada, el Sheffield estuvo cerca de ascender a la Premier League. Acabó la temporada regular quinto, con la ayuda de los catorce tantos de Kachura. Eliminaron al Ipswich Town en los play-offs y tuvieron la oportunidad de jugarse el ascenso en Wembley contra el Crystal Palace. Pero allí empezó a hundirse el Sheffield United, que perdió en el minuto 90. Un gol de David Hopkin le dio al ascenso al Crystal Palace y sentenció al Sheffield a seguir como mínimo una temporada más en la segunda categoría del fútbol inglés. Por su parte, Hopkin debutaría con la selección escocesa y ficharía por el Leeds United, entonces en la Premier League, ese mismo año. Mientras, Pyotr Kachura tenía que conformarse con ser escogido como el mejor jugador de la temporada en el Sheffield y con marcar en Aberdeen contra Escocia su primer gol en partido oficial con su selección. Ese día Escocia ganó por 4-1, con dos goles de David Hopkin, sus únicos dos goles con la selección escocesa.

A partir de la temporada 96-97, todo fue a peor para el Sheffield, pero también para Kachura, que sufrió muchísimas lesiones que le impidieron jugar con cierta regularidad. El Sheffield se volvió a clasificar para los play-offs después de la decepción vivida ante el Crystal Palace, pero cayó en la eliminatoria previa a Wembley. Kachura no consiguió marcar ningún gol esa temporada y sus cifras nunca volvieron a ser las mismas en las dos siguientes temporadas. Seis y tres goles respectivamente, de más a menos. La única nota positiva, poder presumir de haber sido entrenador por Neil Warnock, entrenador que conseguiría el ascenso del Sheffield United a la Premier League unos años después, en la temporada 2005-06.

Sin embargo, llega la razón por la que este jugador se merece un post tan extenso. En marzo del año 2000, Kachura se marchó por la puerta de atrás, libre, del Sheffield United. Y se marchó a jugar en la liga de China, algo que muy pocos habían hecho hasta entonces. Su nuevo equipo sería el Chengdu Winiu, nada especial, ¡pero un equipo de segunda división china! Su cuento chino duró hasta agosto de ese mismo año, pero fue suficiente para que jugara 19 partidos y marcara cinco goles. Su llama se apagaría en el Dinamo de Minsk y el FC Sokol Saratov hasta que se retiró a los 33 años en su equipo de siempre, al que llegó a entrenar la temporada 2006-07.

Sin embargo, este equipo chino tiene su particular y controvertida historia. Poco después de que se marchara Kachuro, en 2001 se descubrieron una serie de amaños de partidos en la segunda división china, entre ellos la mejor victoria de su historia (11-2 contra el Sichuan Mianyang Taijii). Este amaño hizo que se intentara limpiar la imagen del club en la temporada 2002 y siguientes, pero el equipo siguió estancado en la segunda categoría del fútbol chino... hasta que en enero de 2006 llegó un empresario inglés para comprar el Chengdu. Llegó Kevin McCabe y compró el equipo para afiliarlo al suyo, entonces en la Premier League con Neil Warnock: el Sheffield United. Además, cambió el nombre del club, que pasaría a llamarse Chengdu Blades, en honor al apodo del equipo de Sheffield. Desde entonces se venden camisetas de este equipo chino en Sheffield y camisetas del Sheffield United en Chengdu, todo sea por el negocio. Además, no podía ser de otra forma, los colores de ambas camisetas son iguales, primera y segunda equipación.

Desde entonces, todo va a mejor en Chengdu. El equipo mejoró y consiguió ascender a la primera categoría del fútbol chino en el año 2007. Tras dos temporadas en la máxima categoría china, el equipo descendió por reincidir en la compra de partidos, pero no tardó en ascender de nuevo, junto al Guangzhou, uno de los nuevos ricos en China (actualmente juegan allí jugadores como Cléo, Darío Conca o Cho Won-Hee). Pese a ello, el equipo actualmente lo pasa muy mal para mantenerse en Primera y en 2011 volvió a descender de categoría, reflejando la inestable situación en la que se encuentra el equipo actualmente.

Sin embargo, Pyotr Kachura es el único futbolista europeo que ha jugado en Sheffield y Chengdu (Winiu o Blades). Es cierto que cuando jugó en el equipo chino no había ninguna relación entre ambos equipos, pero no deja de ser curioso que se marchara del equipo inglés al chino, de forma directa. Además hay que añadir que en el Chengdu han pasado jugadores como Bruno Cazarine, un trotamundos que jugó en el Terrassa, o Sven Meyer, un alemán que ha jugado con cuatro equipos distintos de Berlín. Sin saberlo, Kachura fue un pionero en emigrar al fútbol chino, donde ahora juega gente como Darío Conca, Nano, Rochemback o Nicolas Anelka, y relacionó por primera vez a Sheffield y Chengdu, equipo por el que se interesó McCabe posteriormente, en parte porque es un hombre de negocios que tiene especial interés (y varios negocios) en el mercado asiático.

Actualmente ambos equipos están pasando por un mal momento. El Sheffield, tras su paso por la Premier en la temporada 2006-07, está jugando en la League One, ahora tercera categoría del fútbol inglés. tras haber descendido la temporada pasada. Quizá sus trayectorias seguirán siendo paralelas y volverán a subir ambos la temporada que viene, que no estaría mal.

Desde que ambos equipos unieron sus caminos (y negocios), dos jugadores han seguido el camino marcado por Pyotr Kachura, que se marchó de Sheffield para aterrizar en Chengdu, ambas ciudades con una industria importante situadas en el corazón de sus respectivos países. El primero fue Li Tie, futbolista chino que jugó cerca de una treintena de partidos en el Everton. Sin embargo, sólo jugó un partido de la Carling Cup. El segundo fue Sun Jihai, que jugó más de cien partidos en el Manchester City. Fichó por el Sheffield United en 2008 y en 2009 se marchó cedido al Chengdu Blades. Ninguno de los dos llegó a causar el mismo impacto que Kachura, pero el camino ya había sido inaugurado por el bielorruso, de momento el único jugador europeo que se ha marchado de Sheffield camino a Chengdu. Como estos tres jugadores, seguro que vemos varios futbolistas más que siguen su camino en un futuro más o menos cercano.