La noche estuvo cerca de acabar en tragedia para los aficionados locales, ayer en el Cardiff City Stadium. El Cardiff City llegaba con desventaja al partido de vuelta de semifinales de la Carling Cup, ante el Crystal Palace. Se adelantó en el marcador, pronto, con gol en propia meta de Gardner, pero fue incapaz de marcar después. Llegó y llegó, creando mucho más peligro que su rival, pero el Cardiff no fue capaz de batir la portería de Speroni por segunda vez en el partido. Incluso los postes se aliaron en contra del equipo local, que demostró ser muy superior al Crystal Palace.
Pero, a diferencia de lo que ocurría en la mayoría de tragedias griegas, el público no fue al estadio conociendo el desenlace por adelantado, viendo repetido el partido por enésima vez. Sin embargo, a medida que iba avanzando el partido, parecía llegar la catarsis al Cardiff City Stadium, con los aficionados sufriendo, identificándose con sus propios jugadores, que parecían estar atados a un destino fatal: la tanda de penaltis.
La purificación del alma, así lo creían los griegos, llegó en la esperada tanda de penaltis, el momento culminante del espectáculo, en el que se decidía el futuro de ambos equipos: una final de Copa en Wembley. Pero, afortunadamente para la afición del Cardiff City, ésta no terminó en drama. Tom Heaton tuvo la oportunidad de redimirse tras fallar en el partido de ida en el gol del Crystal Palace, parando dos penaltis, casi tres, y siendo protagonista en el momento decisivo del partido.
Se hizo justicia con el equipo local, liderado por un magnífico Peter Whittingham. Pero la cruz fue la decepción que se llevó la afición visitante, que no dejó de animar a su equipo hasta el final, confiando en que su esfuerzo les valdría el pase a la final de Wembley. Ese estadio donde estarán Liverpool o Manchester City. Sin embargo, hasta que no llegue la final del próximo 26 de febrero los aficionados galeses del Cardiff City podrán ver repetido una y otra vez el partido, ahora ya conociendo el final de un partido con tanta tensión, un final feliz, afortunadamente para ellos. Y confiarán en que en febrero se repita una historia parecida en Wembley. O, como mínimo, con el mismo final, aunque eso implique sufrir durante 90 (o 120) minutos.
Pero, a diferencia de lo que ocurría en la mayoría de tragedias griegas, el público no fue al estadio conociendo el desenlace por adelantado, viendo repetido el partido por enésima vez. Sin embargo, a medida que iba avanzando el partido, parecía llegar la catarsis al Cardiff City Stadium, con los aficionados sufriendo, identificándose con sus propios jugadores, que parecían estar atados a un destino fatal: la tanda de penaltis.
La purificación del alma, así lo creían los griegos, llegó en la esperada tanda de penaltis, el momento culminante del espectáculo, en el que se decidía el futuro de ambos equipos: una final de Copa en Wembley. Pero, afortunadamente para la afición del Cardiff City, ésta no terminó en drama. Tom Heaton tuvo la oportunidad de redimirse tras fallar en el partido de ida en el gol del Crystal Palace, parando dos penaltis, casi tres, y siendo protagonista en el momento decisivo del partido.
Se hizo justicia con el equipo local, liderado por un magnífico Peter Whittingham. Pero la cruz fue la decepción que se llevó la afición visitante, que no dejó de animar a su equipo hasta el final, confiando en que su esfuerzo les valdría el pase a la final de Wembley. Ese estadio donde estarán Liverpool o Manchester City. Sin embargo, hasta que no llegue la final del próximo 26 de febrero los aficionados galeses del Cardiff City podrán ver repetido una y otra vez el partido, ahora ya conociendo el final de un partido con tanta tensión, un final feliz, afortunadamente para ellos. Y confiarán en que en febrero se repita una historia parecida en Wembley. O, como mínimo, con el mismo final, aunque eso implique sufrir durante 90 (o 120) minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario