sábado, 23 de marzo de 2013

Un chipriota anónimo

A veces uno se encuentra con futbolistas excepcionales escondidos en equipos de media tabla de alguno de los grupos de la 2ªB española. Entre la multitud de jugadores que participan cada fin de semana en algún partido ignorado por la gran masa hay algunos de notable calidad. Aunque a menudo a muchos de ellos sólo los puedes ver una vez, sobre todo si son del equipo visitante. Entonces es inevitable quedarse con la primera impresión. Simplemente es cuestión de suerte. Puede que ese futbolista zurdo tan técnico te maraville con controles, caños y precisos cambios de juego o que te desespere por su apatía. No serás consciente de su irregularidad y de que quizás ése sea su mejor partido en los últimos 18 meses.

Algo similar sucede con los partidos de las selecciones nacionales. Se juegan muchísimos encuentros en muy poco tiempo y es imposible abarcarlo todo. Y entre tantos equipos hay varios a los que apenas puedes ver, lo que no deja de ser lógico. Además, cada selección llama a futbolistas que acuden desde distintos rincones del mundo. Por esta razón prestar atención a un partido de la selección de Chipre no suele ser un acto habitual en nuestras vidas, a no ser que quien esté leyendo estas líneas tenga familia u orígenes en dicho país.

Pero, precisamente hoy, Chipre ha conseguido un muy buen resultado ante Suiza, la selección más potente de su grupo. Y lo ha hecho gracias a un partido de enorme mérito, porque ha sabido incomodar al conjunto de Ottmar Hitzfeld, sobre todo en la segunda parte. Entonces, tras un primer tiempo bastante entretenido en el que ambos equipos han gozado de ocasiones de gol, Chipre se ha replegado atrás y ha esperado cerca de la frontal del área. Ha reducido los espacios y Suiza ha tenido muchísmas dificultades para generar oportunidades claras, hasta el punto de que sólo sus disparos lejanos entrañaron peligro.

Aquí es donde hay que introducir al nombre del futbolista de la tarde. Demetris Christofi, delantero de 24 años del AC Omonia, ya había completado una notable primera mitad. Había sido el principal socio de un Charalambides muy activo, que contagiaba confianza. Charalambides encaraba y habilitaba a sus compañeros, que a menudo recibían el balón con más espacio gracias a la atracción del futbolista del APOEL. El capitán ejerció de líder, pero el paso del tiempo lo desgastó y agotó sus fuerzas.

No obstante, en un segundo tiempo con un guion muy distinto, Christofi legitimó el plan de su selección. Añadió épica a su actuación. Sus compañeros estaban muy atrás, pero él luchaba cada jugada, trazaba desmarques profundos, ganaba disputas y metros. Recibía el balón, lo aguantaba, hacía que su equipo respirara y luego soltaba la pelota para intentar iniciar un nuevo ataque. Gracias a él Chipre inquietó a los helvéticos. Quizás jamás lo vuelva a ver jugar, pero en el momento adecuado hizo un partido descomunal. Y aun así, a pesar de su actuación, Christofi seguirá viviendo en el anonimato.

1 comentario:

  1. Recuerdo que a mi me llamó la atención en un partido contra Italia hace tres o cuatro años. El chaval apuntaba maneras pero luego he seguido su trayectoria y se ha ido quedando por el camino. Una lástima.

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