Volvió a hacerlo. Otra vez. Como en octubre de 2010, cuando su país estaba luchando por alcanzar el primer Europeo sub 21 de su historia. Entonces, en el momento decisivo, apareció Gylfi Thor para cambiar la dinámica de un partido que tenía mala pinta para Islandia. Hoy, en un encuentro de un guion similar, sacó dos goles de donde no había nada. Primero, un golpeo inhumano en una falta lejana para empatar cuando mejor estaba su rival, Eslovenia. Y después, un magnífico pero sutil detalle de calidad para romper la cintura de Bostjan Cesar y anotar el gol de la victoria.
Con estos dos goles de Sigurdsson, Islandia está un poco más cerca del Mundial. Todavía le queda un largo camino por delante y muchos partidos decisivos por jugar, pero ha conseguido superar con éxito una prueba decisiva. Hoy se podían hundir sus aspiraciones e incluso abrir grandes diferencias dentro del grupo E. Y ninguno de sus competidores tiene a un futbolista del potencial y la calidad diferencial del mediapunta islandés, ni siquiera Suiza en Shaqiri. Gylfi es otra cosa, un jugador con una enorme variedad de recursos: una falta como hoy, un disparo desde 30 metros que acaba en la red porque ningún rival le encima a tiempo, un quiebro inesperado para disparar con su pierna mala, una conducción con el balón atado al pie o simplemente una sorprendente aparición desde la segunda línea.
Hoy sólo dejó un par de pinceladas, pero con eso bastó. La Eslovenia de Srecko Katanec no pudo hacer nada más que resignarse y aplaudir a la nueva figura del fútbol islandés. Él es Gylfi Thor Sigurdsson.
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