Reconozco que en ocasiones se me escapa la palabra maldita y digo Mundialito. Lo reconozco. Como diminutivo y a pesar de que lo llamo así con cierto cariño, no me gusta que me ocurra esto porque parece que quiera reducir la dimensión que tiene este torneo. El campeonato ha empezado esta mañana y espero que no me vuelva a suceder.
El Mundial de Clubes de la FIFA enfrenta a todos los campeones continentales, además del campeón de la liga donde se disputa el campeonato, en este caso Japón (Sanfrecce Hiroshima). Más allá de ser una oportunidad para comprobar que las distancias que separan futbolísticamente a los distintos continentes también se van reduciendo poco a poco a nivel de clubes, es un torneo que sirve para descubrir algunas historias y jugadores. Para los clubes de países más modestos no deja de ser un sueño poderse enfrentar al Chelsea, Barça o Inter.
Pero no sólo es un sueño, sino también un escaparate. En algunos casos el torneo puede servir para que un jugador de un equipo asiático o africano se gane un traspaso a un club de mayor entidad, pero en la gran mayoría de ocasiones se reduce a un breve momento de gloria. El protagonista de la jornada de hoy ha sido el portero del Auckland City.
El campeón de Oceanía es el único equipo, junto al Monterrey, que estuvo el año pasado en el Mundial de Clubes. Sin embargo, había cinco novedades respecto al once que presentaron hace doce meses. Una de ellas era el portero Tamati Williams, que le ha ganado el puesto al titular el año anterior Spoonley. Visto el partido de hoy se debe haber ganado a pulso su lugar en las alineaciones de Tribulietx.
Williams, que a estas horas todavía no tiene una página particular en la Wikipedia anglosajona, fue el mejor de su equipo. El portero neozelandés fue el gran responsable de ese corto 1-0 final que mantuvo con vida a su equipo hasta el último minuto. Williams estuvo muy atento durante el encuentro, despierto para salir a tiempo a cortar los balones largos, bastante seguro en el juego aéreo y extraordinario a la hora de estirarse para atajar. La doble parada que realiza unos instantes antes del gol es digna de los mejores porteros del planeta.
No pudo evitar que el disparo de Aoyama entrara e incluso dio la sensación de que pudo haber hecho algún esfuerzo más, pero sigue siendo el héroe de su equipo y el mejor jugador del partido en una competición en la que juegan equipos como el Chelsea de Benítez, Cortinthians o Al-Ahly, el equipo que tiene más Champions en África y que está considerado como el mejor club del siglo XX en su continente.
Nosotros posiblemente no nos acordaremos de Williams dentro de unos meses, quizás nos habremos olvidado de su nombre en unas pocas semanas. Pero él siempre recordará que durante unas horas dejó de ser el anónimo portero del Auckland City, hijo de un jugador neozelandés de rugby humilde y amateur. Y estoy convencido de que jamás llamará a esta competición por un nombre que no es el suyo.
Hombre, la verdad es que se marca un paradón doble, pero el gol para mí que se la come un poco...
ResponderEliminarSaludos de Shema, participante del FA de MI.
bonito blog
ResponderEliminar