Tras la marcha de Ancelotti el pasado verano, Roman Abramovich apostó, de manera ambiciosa, por la contratación de André Villas-Boas, entrenador portugués que hizo brillar al Porto la pasada temporada. Tras su gran temporda en Portugal, Villas-Boas llegó con al intención de imponer un estilo de juego más parecido al de su Porto que al de su Chelsea. Quería que el Cisne Negro se transformara en el Cisne Blanco.
El Chelsea es el equivalente al Cisne Negro. Un equipo al que le gustaba soltarse, dominar los partidos imponiendo un alto ritmo, jugando de manera vertical y directa. Al Chelsea de la etapa más reciente le han interesado partidos abiertos, físicos, que permitan a sus centrocampistas llegar desde la segunda línea, aprovechando todo lo que generaba Drogba arriba. Casi nunca han necesitado un creador de juego como tal, porque con este plan de juego ya les valía para ganar y competir. Sin ser especialmente estético, este fútbol seducía al espectador blue con emoción y victorias.
Sin embargo, Villas-Boas quiere que el Chelsea pasara a interpretar el papel del Cisne Blanco. Su intención era (y sigue siendo) que el Chelsea practicase un fútbol más estético, más atractivo para el espectador mediante el dominio de la posesión de balón. El ideal de Villas-Boas era que el nuevo Chelsea ganara a través del dominio de la posesión. Con esta intención llegaron jugadores como Oriol Romeu o Mata en verano, jugadores válidos para ejecutar su idea y seducir al público de otra manera, ofreciendo y cuidando el balón
Pero si a Natalie Portman le cuesta soltarse para interpretar a la perfección el papel del Cisne Negro, al Chelsea de Villas-Boas le pasa lo contrario. La idiosincrasia de sus futbolistas está demasiado arraigada al estilo de fútbol que representa el Cisne Negro. Este cambio de idea y de estilo necesita un perido de transición suficientemente largo como para que los jugadores asimilen su nuevo papel. Y eso significa que quizá algunos de los que interpretaban tan bien el papel de Cisne Negro no hace tanto tiempo no interpreten tan bien su nuevo papel, necesitando ser sustituidos por savia nueva, como pasa con Beth MacIntyre (papel interpretado por Winona Ryder).
Y ahí surge uno de los grandes problemas de Villas-Boas. El Chelsea es un equipo que falla en la gestión de su posesión. Cuando no interviene Mata, el faro del nuevo proyecto, el equipo se ofusca y se vuelve previsible. Cuando está pegado a la banda interviene bastante menos y el equipo lo nota aún más. Seguramente Oriol Romeu sea el mejor mediocentro para lo que quiere hacer Villas-Boas, pero tampoco está jugando demasiado. Mientras, juegan jugadores como Ramires, Lampard o Meireles, que son jugadores dinámicos, llegadores, pero no están tan capacitados para manejar la posesión como otros jugadores (como Modric, jugador por el cual el Chelsea estuvo muy interesado en verano). Estos jugadores -en especial Lampard- pueden asumir este papel, pero en ningún caso lo harán tan bien como Modric, por poner un ejemplo. Además, actualmente no se le puede exigir a Frank Lampard, a sus 33 años, lo mismo que unas temporadas atrás, por muy bueno que sea.
Es en el desajuste entre las piezas y la función que éstas deben ejercer donde se encuentra uno de los grandes problemas de Villas-Boas. Otro es la defensa, que no es tan sólida como en otras temporadas, concediendo demasiados espacios que están siendo acompañados por errores individuales de bulto. Muchos problemas para un equipo ganador, demasiados.
Sin embargo, los jugadores que más han aportado hasta ahora, los que mejor han rendido, son jugadores jóvenes y nuevos. Son los Mata y Sturridge, principalmente, que han sabido interpretar correctamente su papel. Se les puede exigir más, porque no están al mismo nivel que durante los primeros meses de temporada, pero son uno de los aspectos más positivos de la temporada. Otro es Oriol Romeu, cuya aportación ha sido buena en los partidos que ha jugado.
De momento el Chelsea ha cerrado recientemente las contrataciones de jugadores jóvenes belgas, como Lukaku -que apenas ha gozado de oportunidades esta temporada-, Courtois o Kevin De Bruyne. McEachran, cedido al Swansea, también debería ser importante a medio y largo plazo. Pero falta el jugador clave que ejecute la idea que tiene en mente Villas-Boas. Aunque no sea Modric (el jugador desado por muchos), sin un jugador que sepa darle pausa al juego, gestionar mejor la posesión y dar pases inesperados, Villas-Boas no podrá convertir al Cisne Negro en el estético Cisne Blanco que ansía. Y si, además, consigue que uno de sus bailarines con mayor potencial, Fernando Torres, recupere su confianza, el Chelsea podría hacer grandes cosas la temporada que viene.
Pero, mientras Villas-Boas intenta planificar el futuro del equipo a medio plazo, totalmente presionado por el convulso entorno del club, quizá la mejor opción para sobervivir a corto plazo sea adaptarse al papel tradicional del Cisne Negro, que todavía puede funcionar durante unos meses.
El Chelsea es el equivalente al Cisne Negro. Un equipo al que le gustaba soltarse, dominar los partidos imponiendo un alto ritmo, jugando de manera vertical y directa. Al Chelsea de la etapa más reciente le han interesado partidos abiertos, físicos, que permitan a sus centrocampistas llegar desde la segunda línea, aprovechando todo lo que generaba Drogba arriba. Casi nunca han necesitado un creador de juego como tal, porque con este plan de juego ya les valía para ganar y competir. Sin ser especialmente estético, este fútbol seducía al espectador blue con emoción y victorias.
Sin embargo, Villas-Boas quiere que el Chelsea pasara a interpretar el papel del Cisne Blanco. Su intención era (y sigue siendo) que el Chelsea practicase un fútbol más estético, más atractivo para el espectador mediante el dominio de la posesión de balón. El ideal de Villas-Boas era que el nuevo Chelsea ganara a través del dominio de la posesión. Con esta intención llegaron jugadores como Oriol Romeu o Mata en verano, jugadores válidos para ejecutar su idea y seducir al público de otra manera, ofreciendo y cuidando el balón
Pero si a Natalie Portman le cuesta soltarse para interpretar a la perfección el papel del Cisne Negro, al Chelsea de Villas-Boas le pasa lo contrario. La idiosincrasia de sus futbolistas está demasiado arraigada al estilo de fútbol que representa el Cisne Negro. Este cambio de idea y de estilo necesita un perido de transición suficientemente largo como para que los jugadores asimilen su nuevo papel. Y eso significa que quizá algunos de los que interpretaban tan bien el papel de Cisne Negro no hace tanto tiempo no interpreten tan bien su nuevo papel, necesitando ser sustituidos por savia nueva, como pasa con Beth MacIntyre (papel interpretado por Winona Ryder).
Y ahí surge uno de los grandes problemas de Villas-Boas. El Chelsea es un equipo que falla en la gestión de su posesión. Cuando no interviene Mata, el faro del nuevo proyecto, el equipo se ofusca y se vuelve previsible. Cuando está pegado a la banda interviene bastante menos y el equipo lo nota aún más. Seguramente Oriol Romeu sea el mejor mediocentro para lo que quiere hacer Villas-Boas, pero tampoco está jugando demasiado. Mientras, juegan jugadores como Ramires, Lampard o Meireles, que son jugadores dinámicos, llegadores, pero no están tan capacitados para manejar la posesión como otros jugadores (como Modric, jugador por el cual el Chelsea estuvo muy interesado en verano). Estos jugadores -en especial Lampard- pueden asumir este papel, pero en ningún caso lo harán tan bien como Modric, por poner un ejemplo. Además, actualmente no se le puede exigir a Frank Lampard, a sus 33 años, lo mismo que unas temporadas atrás, por muy bueno que sea.
Es en el desajuste entre las piezas y la función que éstas deben ejercer donde se encuentra uno de los grandes problemas de Villas-Boas. Otro es la defensa, que no es tan sólida como en otras temporadas, concediendo demasiados espacios que están siendo acompañados por errores individuales de bulto. Muchos problemas para un equipo ganador, demasiados.
Sin embargo, los jugadores que más han aportado hasta ahora, los que mejor han rendido, son jugadores jóvenes y nuevos. Son los Mata y Sturridge, principalmente, que han sabido interpretar correctamente su papel. Se les puede exigir más, porque no están al mismo nivel que durante los primeros meses de temporada, pero son uno de los aspectos más positivos de la temporada. Otro es Oriol Romeu, cuya aportación ha sido buena en los partidos que ha jugado.
De momento el Chelsea ha cerrado recientemente las contrataciones de jugadores jóvenes belgas, como Lukaku -que apenas ha gozado de oportunidades esta temporada-, Courtois o Kevin De Bruyne. McEachran, cedido al Swansea, también debería ser importante a medio y largo plazo. Pero falta el jugador clave que ejecute la idea que tiene en mente Villas-Boas. Aunque no sea Modric (el jugador desado por muchos), sin un jugador que sepa darle pausa al juego, gestionar mejor la posesión y dar pases inesperados, Villas-Boas no podrá convertir al Cisne Negro en el estético Cisne Blanco que ansía. Y si, además, consigue que uno de sus bailarines con mayor potencial, Fernando Torres, recupere su confianza, el Chelsea podría hacer grandes cosas la temporada que viene.
Pero, mientras Villas-Boas intenta planificar el futuro del equipo a medio plazo, totalmente presionado por el convulso entorno del club, quizá la mejor opción para sobervivir a corto plazo sea adaptarse al papel tradicional del Cisne Negro, que todavía puede funcionar durante unos meses.
el Chelsea como equipo ha cambiado mucho desde que llego Abhramovic, y no solo el equipo (estadio, jugadores) pero también la mentalidad, ahora tiene una mentalidad de equipo grande, de ganador que había perdido hace años
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