lunes, 13 de febrero de 2012

El doble llanto de Musonda

Llegaba la Copa de África a su fin, reservándonos un partido espectacular, quizá el mejor del torneo, a modo de cierre. Afrontaban Zambia y Costa de Marfil a su tercera final. Los precedentes decían que nunca antes una selección había perdido tres veces en la final (Zambia había perdido en 1974 y 1994) y que las dos finales anteriores de Costa de Marfil se habían decidido en la tanda de penaltis. Costa de Marfil cerró el torneo sin encajar ningún gol y las otras dos estadísticas anteriores tampoco se rompieron.

Zambia fue mejor en el global del partido. Planteó el partido de manera valiente, pero tampoco suicida. Corrió ciertos riesgos, presionando más arriba que de costumbre aunque fuera de manera posicional y con jugadores llegando desde la segunda línea en ataque. Destacaron especialmente Mayuka, por bajar y descargar hacia sus compañeros casi todo lo que le mandaban, y Sunzu, que cuajó un partido sensacional ante uno de los mejores delanteros del torneo, Didier Drogba. Jugaron bien los demás compañeros, en especial los hermanos Katongo, y el equipo creó varias ocasiones de gol, siendo el equipo que creó más dificultades a la hasta entonces invulnerable Costa de Marfil.

Los marfileños, por su parte, siguieron la línea mostrada en el torneo. Sin embargo, les costó entrar en el partido, quizá superados por las circunstancias. Sus estrellas participaron muy poco, menos de lo previsto, especialmente en el primer tiempo. Ni Gervinho ni Kalou desequilibraban en los extremos y Gosso Gosso, cuando sorprendía por la derecha, fallaba en la ejecución de los centros. No fue hasta la segunda mitad cuando Yayá Touré empezó a tener verdadero peso en el partido, igual que Gervinho.

Sin embargo, el partido estuvo marcado por tres momentos. El primero, en el minuto 12. Lesión de Musonda en una entrada, evitando una clara ocasión de Costa de Marfil. Este veterano jugador zambiano, lateral zurdo durante todo el torneo, estaba posiblemente ante su última (y única) oportunidad de disputar un partido de tanto nivel. A sus 34 años, siendo el teórico suplente del joven Emmanuel Mbola, sancionado por varios meses, no le quedó más remedio que abandonar el terreno de juego. Evidentemente, lo hizo llorando, sollozando, dejándonos una imagen impactante. Las suyas eran lágrimas de rabia, de impotencia, de dolor. Un final demasiado precoz e inesperado para lo que tenía que ser su final.

El segundo momento nos remite ya al minuto 70. Pasaron más cosas, pero ninguna tan trascendente. Chansa cometió un penalti infantil e inecesario sobre Gervinho, que estaba creciendo en la segunda mitad, encarando y desbordando a Nyambe con demasiada facilidad. Era Drogba el lanzador. Enfrente estaba Mweene, quien le ya había parado un penalti a Asamoah Gyan en semifinales. Mientras, Drogba tenía en su mente dos momentos: el penalti fallado ante Guinea Ecuatorial en cuartos de final y el que falló en la tanda de penaltis decisiva ante Egipto, en una final disputada seis años atrás. Y Didier Drogba, que también ha marcado muchos penaltis y goles decisivos en su carrera futbolística, volvió a fallar en un momento clave. Seguía el 0-0 en el marcador y Zambia respiraba algo más tranquila.

El tercer momento anterior a la tanda de penaltis, porque no quiero seleccionar más que tres, ya ocurre en el minuto 87. Zahoui, hasta entonces un seleccionador que había primado el orden táctico y el equilibrió, sustituyó a Yayá Touré, que había crecido en la segunda mitad, para dar entrada a Wilfried Bony. Ante este cambio, dos lecturas. La primera, que no había entrado Doumbia, que apenas había participado en todo el torneo, algo que ya no sorprendía demasiado. La segunda, que Zahoui prefirió quitar a Touré antes que a Tioté, sorprendiendo a propios y extraños. Y sorprendiendo más pensando que posiblemente todavía quedarían treinta minutos más, toda una prórroga.
El cambio aisló a Cheick Tioté en el centro del campo y nos permitió ver a una Costa de Marfil desorganizada, ansiosa, nerviosa y superada por las circunstancias y emociones, algo que no habíamos visto en todo el torneo. Y, pese a tener más delanteros, tampoco creó tantas ocasiones durante los treinta minutos suplementarios.

Tras 120 minutos antológicos, no vimos ningún gol. Pese a ello, pocas veces un empate a cero fue tan entretenido y emocionante. Finalmente, más allá de esos tres momentos destacados, se llegó la tanda de penaltis y casi nadie falló. Tras 14 penaltis impecables, falló Kolo Touré, perdonó Kalaba y volvió a fallar Gervinho. Sunzu marcó el gol decisivo.

Justo después del penalti de Sunzu, las lágrimas de dolor y rabia de Musonda se convirtieron en lágrimas de alegría. Lloraban a la sombra los jugadores de Costa de Marfil. Se lamentaban, hundidos, Didier Drogba, Kolo Touré y Gervinho, pensando que habían tenido el título de campeones de África en sus pies mientras era Chris Katongo quien alzaba el trofeo al cielo, dedicándole el triunfo a la generación zambiana perdida en ese accidente de aviación en 1993, que se produjo pocos kilómetros del estadio de Libreville...

1 comentario:

  1. para serte sincero amigo, cuando llegué aquí a leer este artículo no tenía idea de quién era Musonda, pero ahora ya la tengo, muchas gracias por informarme!

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